Si usted alguna vez ha visto en las nubes, paredes, montañas o carros diferentes figuras como un rostro, un cuerpo o un animal, pero en realidad no estaban allí, tranquilo, ¡no está loco! Simplemente, tiene activado el fenómeno de la pareidolia, que es normal en los seres humanos.

“Se trata de un fenómeno psíquico de la percepción en el que el cerebro observa patrones especiales que conforman imágenes, a partir de otra en la que se ve reflejada otra figura.

Es decir, puede haber una nube, que es simplemente una nube, pero el cerebro es capaz de organizar la información visual y mediante patrones describe otra imagen”, explica Carlos Alberto Segura, psicólogo, especialista en psicología clínica y docente universitario.

A su vez, María Ceila Galeano B., docente de psicología de la Universidad de San Buenaventura, dice que la pareidolia es un fenómeno neuropsicológico, mediante el cual las personas ante estímulos difusos como manchas, nubes o cosas inanimadas ven formas familiares donde no las hay, es decir, perciben un rostro, un cuerpo, un objeto o un animal que les parece algo reconocible, pero en realidad no está allí. Pero ¿cómo es posible que esto ocurra?

En la pareidolia se activan unos circuitos cerebrales en el encéfalo, que son responsables del procesamiento visual.

“Estos circuitos relativos a figuras se procesan distinto al resto de datos y a esta estructura se le llama giro fusiforme, que en centésimas de segundo nos hace ver estas imágenes donde las hay, pero también donde no existen, y se activa cuando vemos algo que las recuerda vagamente”, argumenta Galeano.

De hecho, el psicólogo Segura expresa que el cerebro viene diseñado para organizar información adaptativa al medio ambiente. “Este es un órgano de supervivencia y adaptación, así que ver figuras, acomodarlas y darles formas es una función cerebral de la organización visual adaptativa”, precisa.

Para el psicólogo Silvio Rebolledo M., este fenómeno es una falla en la percepción y se produce en una persona que es muy sugestionable.

Pero Galeano aclara que ver estas cosas inanimadas es síntoma de que nuestras conexiones cerebrales funcionan correctamente, y como lo explica el profesor Kang Lee, de la Universidad de Toronto: “el cerebro está conectado de manera única para reconocer caras, así que incluso cuando solo hay una ligera sugerencia de rasgos faciales, los interpreta automáticamente como un rostro”.

Otro argumento radica en que el cerebro ve las cosas a partir de leyes específicas. Una es la ley de continuidad, es decir, que cuando un punto está cerca de otro aunque no estén conectados, los hace ver como tal. “Se puede coger una línea totalmente circular y la deja abierta y cuando se les muestra a otros, ven un círculo, pero en realidad no lo es, pero el cerebro se encarga de hacerlo ver así”, concluye Rebolledo.

Fuente: elpais.com.co

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